Siempre
nombramos la exfoliación facial o de las manos para verlas más
luminosas, aunque no le damos la misma importancia al cuerpo.
Es
por eso que al menos una vez al mes podemos optar por una exfoliación
antes del baño o ducha. El proceso de renovación celular de nuestra
piel dura casi un mes y así aseguramos que se cumpla.
Echemos
abajo un mito: grano fino para la cara y grueso para el cuerpo.
FALSO. La función de los gránulos está en que desprenden la capa
superficial de la epidermis (las células que están muertas, pero
que no se desprenden por sí solas todavía). Los materiales más
grandes tienen menor superficie por que hay menor cantidad y a veces
pueden lastimar si no medimos la presión o el tiempo de aplicación.
Los productos corporales es cierto que suelen ser de mayor tamaño. Algunos contienen queratolíticos, por ejemplo
bromelina o ácido salicílico (que ablandan la superficie y mejoran
la exfoliación).
La
exfoliación mejora el color y la textura de la piel, evitando que
las capas más superficiales se mantengan adheridas (y que no haya
pelos encarnados por ejemplo) y activa la microcirculación debido a
la fricción que generamos con la aplicación del producto.
En
el caso de realizar un tratamiento estético, como masajes, aparatos,
vendajes, etc., lo ideal es una exfoliación física o química antes
de empezar, promoviendo la mejor penetración de los productos (lo
debería hacer el profesional como parte del protocolo).
Ojo... este procedimiento está contraindicado en caso de que la piel se encuentre lastimada o esté sensibilizada por algún motivo.
Si
notamos la piel como rallador o queratosis pilosa (generalmente se
nota bajo los hombros), se recurre a la exfoliación recurrente para
mejorar el problema y agregando emoliencia diaria. Este es un
problema hereditario y si bien no tiene solución, puede mejorarse
exfoliando la piel con más frecuencia (el uso de esponjas vegetales
es muy recomendado).
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